Es lo único que puedo llamar mío, y lo comparto con ustedes.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Entonces, el amor no es privilegio de los vivos, si no pasión de los muertos.


Entonces, el amor no es privilegio de los vivos, si no pasión de los muertos.
Entonces el silencio reinó. La lluvia arreció el lugar. Pero a ninguno de los dos les importó, se quedaron allí inmóviles.

Ella, era bellísima. Su tez, pálida como la nieve, homogénea y perfecta; como la más hermosa de las porcelanas. Su cabello oscuro como el anochecer; se mecía con elegancia, danzando al compás de la brisa. Sus ojos rojos brillaban como unas escarlatas bajo la luna. Su cuerpo, perfecto. Oculto con un vestido bermellón, que se pegaba a su piel, mojado por la tempestad.

Él, era elegante. Su piel nívea e impecable, sin una sola marca; el retrato de la perfección. Su cabellera, caía a los lados empapada. Los destellos rojizos resplandecían en la oscuridad. Sus orbes, eran un par de granates. Vestía un traje oscuro, la corbata enredada en su cuello, la camisa a medio abrochar.

Ambos, inertes. Sus pulmones no se llenan de aire y su corazón no late. No hay más que hablar, están muertos, pero ambos se sienten más vivos de lo que alguna vez estuvieron.

Ella, mueve lentamente buscándolo a él. Lo necesita, como la más letal de las drogas. Se mueve con aflicción y desesperación. Tienta en la oscuridad, los brazos de su amado y entonces suspira.
Entrelazan sus manos, como un nudo que nunca se romperá.

Ambos helados, gélidos como el hielo. Ambos se maravillan con el roce de su piel, como la más hermosa de las caricias, la más prohibida de la tentación.

Extienden su mano. Palma con palma. Corazón con corazón.

-Si la vida es mi tortura…-ella habló. Su voz era delicada, semejante a la de una cantante. Cada nota que salía de su boca, parecía parte de una canción. Sus labios se curvaron en una sonrisa y entonces él continuó:

-Entonces, ¿La muerte será mi descanso?-interrogó él. Retomando la mano de ella, y la acarició con dulzura.

No hubo más palabras. Sucedió lo inevitable. Sus labios se juntaron, con añoranza. Tan rojos como sus ojos, tan desesperados como su sed, tan salvajes como su especie. Pero no. Sólo ellos, sabían besarse de ese modo, nadie más.

Aquel duró segundos, minutos y tal vez horas. No tenían necesidad de llenar sus pulmones de aire, así que no hubo interrupción.

Ambos, tan acostumbrados a estar muertos que no se dan cuenta que están vivos.

-Eres el fuego que me consume-murmuró ella. Sin despegar sus labios de la mandíbula de él, besaba cada parte de su piel. Lo amaba. Sus manos seguían una danza de cortejo. Se entrelazaban, extendían y cerraban.

-Entonces este será mi último relámpago-avisó él. Su cabeza estaba posada encima del hombro de ella, tratando de memorizar el aroma de su cabello. Las hebras empapadas mojaban su rostro, pero no le importaba, le besaba con pasión.


¿Qué tal?
¡Ti amo!
Quien me diga a quien cité en los dialogos, le daré un abrazo (¿?) Por cierto, mañana será la actualización dedicada a una persona muy especial que ganó el concurso de adivinar de quien íba la canción de "Life Start Now" Así que a esperar.
Por cierto chicos, los amo a todos, aveces me paso de desgraciada, pero sin desgracia Mad no es Mad.
Vladimir! Amor de mis amores, hermano, compañero de crimen. ¿Quién será nuestra próxima victíma? Tal vez Vicky la de la zapatería.
Ajá, señores me retiro, que tengo que acabar la historia de arriba y dormir.
Por cierto, ¡YA TENGO MI SERIE DE HÉROES!
Ciao!

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